La estafa y sus supuestos agravados
Caso práctico
Resumen
En el año 2003, Luis ideó un plan que pretendía hacerse con importantes cantidades de dinero aportadas por futuros clientes. Se les ofrecería la posibilidad de adquirir bienes inmuebles a precios interesantes, procedentes de subastas judiciales, o una atractiva rentabilidad financiera con la inversión en productos financieros.
Creó sociedades y se anunció en medios de publicidad como especialista en inversiones inmobiliarias. Los clientes, seducidos, no exentos de formación en algunos casos, se animaron a participar en negocios que tenían la apariencia de la rentabilidad o bajo costo.
Pidió Luis iniciales entregas a cuenta, necesarias –según él– para licitar en las subastas de adquisición de los inmuebles. Serían bienes, bien para adquirirlos como vivienda habitual, bien para reinvertirlos.
Luis recibe cantidades importantes de dinero que, evidentemente, no va a utilizar para el fin anunciado. De un total de siete ingenuos particulares recibió: 42.000, 30.000, 12.500, 16.000, 17.000, 13.500 y 19.500 euros.
Consumada la estafa no está claro que los perjudicados quedaran en una precaria situación económica.
Como ya se dijo anteriormente, los seducidos eran, no obstante la tramoya, personas de formación adecuada a la media, con recursos económicos, que se dejaron llevar por la apariencia generada de la situación por el autor-estafador, sin efectuar comprobación alguna de las cualidades y características de la empresa y de la persona.
