El Estatuto de los Trabajadores, 40 años de «reformas» y «maquillados»: ¿una conmemoración con sabor a despedida?
DOI:
https://doi.org/10.51302/rtss.2020.1120Resumen
1. La letra del Estatuto de los Trabajadores ha ido cambiando con el tiempo, ¿su espíritu (de continua flexibilidad en la gestión) menos? Cualquier análisis que ofrezca una representativa y dinámica «fe de vida y estado» del Estatuto de los Trabajadores (ET) (cuya sola denominación ya refleja honda doble obsolescencia, tanto en el género –oculta las discriminaciones que dice erradicar– cuanto en su enfoque global –prima la condición productora sobre la condición personal del sujeto asalariado–) confirmará un significativo dinamismo respecto de su formulación originaria (1980). Desde la aprobación del inicial ET (Ley 8/1980, de 10 de marzo, publicada en el BOE del 14 de marzo y con vigencia el 15 de marzo), todos los Gobiernos y legislaturas (salvo la undécima, porque solo duró 111 días, la más corta desde 1978) han sucumbido al poder –y al deber– de reformar (hasta diez veces, maquillándose bastantes veces más, superando el medio centenar) la norma axial de las relaciones de trabajo en nuestro país. En consecuencia, habrá que convenir –más allá de ello pocos serán los consensos y las certezas– que media una significativa diferencia entre el ET originario y el actual, aunque los cambios sean más en su letra (si bien algunos preceptos mantienen prácticamente su formulación prístina) que en su espíritu (recepción e impulso del valor de la flexibilidad en la gestión empresarial como contrapeso al enfoque de garantías individuales).