Diferencia entre el cuidado no profesional del dependiente prestado por personas del entorno del afectado y la relación laboral especial de los empleados de hogar. Nuevo problema de delimitación de fronteras a raíz de la entrada en vigor de la Ley 39/2006 de promoción de la autonomía personal y familiar de las personas en situación de dependencia

Resumen

La atención de personas que no pueden valerse por sí mismas va a generar un complejo entramado de relaciones personales, que en ocasiones despliegan determinadas consecuencias jurídicas. Lo que ha hecho el legislador a través de la Ley 39/2006 es, por una parte, definir qué se ha de entender por «cuidado profesional» y por «cuidado no profesional», y por otra, concretar el entramado de derechos y obligaciones que asisten respectivamente a cuidador y dependiente en este tipo de situaciones. Pero estas nuevas formas de colaboración humana van a ocasionar nuevos problemas de delimitación de fronteras sobre los que no será del todo útil recurrir a los criterios identificativos que se venían utilizando hasta ahora, pues estas atípicas prestaciones de servicios son muy diferentes a las situaciones a las que hasta ahora se venía enfrentando el intérprete. Determinar con precisión cuál es la naturaleza jurídica real del vínculo que liga a las partes constituye el paso previo y esencial para poder aplicar correctamente la norma que proceda en cada caso y ofrecer a cada tipo de cuidador el nivel de protección que para cada situación ha previsto nuestro ordenamiento jurídico. Ahora bien, es preciso resaltar que la calificación que parece muy sencilla en el plano teórico resulta en la práctica extremadamente compleja. Y es que las diferencias entre los diversos tipos de atención y cuidado a las personas dependientes consisten muchas veces en simples diferencias de matiz que complican el proceso de identificación hasta límites insospechados y permiten que prosperen nuevas formas de simulación, antes desconocidas.