Déjà vécu: ¿Derogar la reforma laboral, nuevo Estatuto o «El Gatopardo»?
DOI:
https://doi.org/10.51302/rtss.2016.2038Abstract
1. Siempre he dicho que el «oficio de jurista» tiene poco que ver, incluso se opone, al de «profeta», pues mientras este basa sus juicios en simples «premoniciones», aquel debería basar sus juicios en «razones» que hagan validables, previsibles y controlables sus afirmaciones en relación con una esfera de la vida real ordenada por el Derecho. Si, además, no se elige un plano estrictamente «técnico» sino de «política-jurídica», como es aportar opinión sobre el debate, que acaba de abrirse, en torno a cuál será el sentido de la nueva, la enésima, modificación que experimentará-sufrirá el vigente marco regulador de las relaciones de trabajo –y de protección social–, gobierne quien gobierne –esa modificación sí es una absoluta certeza–, parece claro que plantearse lograr algún grado de certidumbre en torno a su dirección es una auténtica «misión imposible». Entre otras razones porque ni se sabe cuándo habrá Gobierno que la promueva ni, cuando lo haya, que lo habrá –quizás antes de lo que se piensa–, cuál será su orientación.